La poesia de l'experiència



A principis de la dècada dels 80, fa uns 30 anys, un grup de joves poetes de Granada publiquen “els manifestos per una altra sentimentalitat”, on defensen una nova proposta: la poesia de l’experiència. Es tracta d’una alternativa poètica que planteja la vida com a matèria del poema. La poesia narra experiències personals i col.lectives, i ho fa fugint de tot excés metafòric; ha de ser intel.ligible. A més, la poesia es configura com l’espai de les interrelacions entre identitat personal i vinculacions socials. Sense hermetismes i com a proposta de diàleg, la poesia de l’experiència esdevé una pràctica de subjectivitat i de compromís amb l’entorn. El poema és un terreny moral, en tant que exercici de reflexivitat, de valoració personal de les experiències. Aquestes, a més, es donen en un temps i un espai socialment compartit, i situen la poesia, també, en el terreny de la utilitat social: esmenant Celaya, la poesia de l’experiència és un arma carregada de present. Crec que existeix, també, una política de l’experiència. És la política emancipatòria que situa les persones i els seus contextos de quotidianitat com l’únic espai real per la rebelia i la creativitat social. La política que conjuga, també, emocions, esperances i tendreses. Ángeles Mora i Luís García Montero són dos dels poetes de l’experiència que més m’agraden. García Montero expressava fa uns anys la proposta amb les següents paraules: “(…) este cansado mundo finisecular necesita otra sentimentalidad distinta con la que abordar la vida. Y en este sentido la ternura puede ser también una forma de rebeldía. Frente a la épica de los héroes o el fin de la historia, prefiero la poesía de los seres normales”. O com deia també un altre poeta, Antonio Orihuela: “la poesía dejará de ser una cosa triste cuando empiece a tener que ver con la vida de la gente, cuando la gente vuelva a ser la que decida qué hacer con sus vidas y con sus palabras, mientras tanto, todo esto que hacemos seguirá siendo literatura”. Literatura… en forma de poesia o en forma de política.

Noches y días (Ángeles Mora)
Recuerda que los días dejaron su equipaje
en nuestra casa,
en nuestra piel.
Recuerda que no en balde miramos con sus ojos,
templamos nuestro paso a su dictado
incierto, cumplimos su promesa
con la nuestra y su misterio
se alargó entre los dos.

Recuerda que también se llevarían
su equívoco pañuelo entre los dedos,
que arrastraron heridas,
papeles, libros, besos,
nuestras horas dormidas en su pelo.

Recuerda que su voz es nuestra voz
y por ella llegamos hasta aquí,
felices, indecisos,
con esta primavera.
Que no dieron jamás facilidades
pues ignoran esas grandes palabras
para llenar la boca.
Que nada nos pidieron
y nada les pedimos.

Vinieron, eso sí, llamando fuerte,
con todo el corazón en los nudillos,
como la vida anuncia su presencia.
Con la misma pasión los recibimos.

Compromiso (Luís García Montero)
He derramado el vino tantas veces
sobre el mantel. Los dedos de la aurora
saben por mí que el rojo
no es el color de una bandera,
sino el cielo que rompe
en el amanecer de la ciudad.

He llegado a la noche tantas veces
sin salir de mi noche. Los extraños
saben por mí que el negro
no es el color de una bandera,
sino lluvia y paredes quemadas por la lluvia,
la herida del carbón en la memoria.

Nunca estuvo en mi mano ser feliz.
Pero conozco la alegría. Muchos
saben por mí que el blanco
no es el color de una bandera,
sino el jazmín sereno de la mortalidad,
sus pétalos blindados por el sol de la tarde.