22 de desembre, 2013
Trias, el gobierno de una minoría
Article publicat a El País (21 Desembre 2013)
Barcelona se halla inmersa en una situación
insólita, inédita: gobernada por un alcalde en franca minoría, sin apoyo social
ni político suficiente y que, sin embargo, ha renunciado a recabar dichos
apoyos y se acomoda abiertamente en su precariedad, aferrado a una agenda de
gobierno al servicio de intereses privados minoritarios. La Barcelona del 1%
tiene en el ejecutivo de Trias su mejor garante. Trias gesticula prometiendo un
diálogo y una voluntad de consenso que se han demostrado inexistentes, y que se
materializan sólo para sellar acuerdos con su media naranja ideológica, el PP. Repetidamente, las dos caras de la derecha han cerrado filas
sin complejos para privatizar servicios, sacralizar una austeridad injusta o
hundir la inversión social en los barrios, en beneficio de gastos tan poco
prioritarios y tan clasistas como la reforma del Passeig de Gràcia, la parte
alta de la Diagonal o la aportación millonaria al circuito de Montmeló.
Trias encabeza, en un contexto de acuciantes
necesidades sociales y crecientes desigualdades territoriales, un gobierno
insensible, inoperante, y obsesionado con la promoción a toda costa de una
marca Barcelona anclada peligrosamente en el monocultivo de la burbuja
turística y comercial. Al servicio de
este modelo, parece que todo vale: una marina para yates de lujo en el Port
Vell, equipamientos públicos a disposición de las fiestas privadas de los
magnates, el patrimonio arquitectónico de Ciutat Vella servido en bandeja a la
voracidad hotelera, los nombres de las estaciones de metro subastadas al mejor
postor,…
Enrocado en este orden de prioridades, Trias se
aísla y recurre a una filigrana jurídica como la moción de confianza para hacer
prosperar el presupuesto para 2014. Un mecanismo legal, pero que evidencia la
baja calidad democrática del gobierno de CiU, a quien parece no importarle
gobernar con unas cuentas que habrán sido rechazadas por nueve de los diez
distritos de la ciudad, y que contarán sólo con el aval de 16 de los 41 concejales
del consistorio.
Y es que este no es el presupuesto que la ciudad
necesita hoy. Con 110.000 personas en paro, 17 desahucios diarios, 2.900 niños
y niñas en riesgo de malnutrición, y 150.000 personas afectadas por la pobreza
energética, el gobierno de Barcelona debería poner sus recursos al servicio de
la lucha contra la crisis, la generación de empleo y el combate de las
desigualdades que amenazan con resquebrajar la cohesión social preservada
durante 32 años de gobiernos plurales de izquierdas. Es incomprensible, en el
contexto actual, que la inversión per cápita prevista en el distrito del
Eixample iguale a la de Nou Barris, cuando les separa una desigualdad de 51
puntos en el nivel de renta. Es incomprensible que, de los 426 millones
presupuestados para inversión, sólo 14 --un 3,2%-- sean para equipamientos
sociales, y sólo un 1,5% para políticas de vivienda. Que el alcalde presuma
además de cerrar dos ejercicios contables con un superávit acumulado de 183
millones, más que incomprensible, es
indecente.
El gobierno municipal dispone de capacidad
inversora suficiente para revertir el desplome en la inversión social y
retomar, donde Trias lo frenó, el despliegue de equipamientos de educación,
servicios sociales, juventud, gent gran, formación profesional y
cultura. Así lo hemos propuesto en el Consell Plenari, planteando un paquete de
inversiones que permitiría ampliar el parque de vivienda pública de alquiler
social, las políticas de rehabilitación, las actuaciones estructurales en los
barrios más frágiles y el desarrollo de nuevos planes comunitarios. Así como la
construcción de nuevos centros de servicios sociales, centros abiertos de
infancia, escoles bressol, casales de jóvenes, fábricas de creación y bibliotecas
de proximidad. No es un brindis al sol, son equipamientos planificados en
programas municipales que siguen vigentes, pero que el gobierno de CiU ha
preferido congelar en aras de una austeridad dogmática que permite, sin
embargo, destinar 30 millones al lifting urbano del Passeig de Gràcia y de la
parte alta de la Diagonal, al dictado de los lobbies del comercio de lujo y del
coche. La desconexión del gobierno de Trias con las necesidades de la
ciudadanía es flagrante. Está instalado en el espejismo de la marca sin modelo,
de la mercantilización de Barcelona a costa de la ciudad democrática e
inclusiva.
Pero otras prioridades y otras formas de hacer
política son posibles y necesarias, para que no se fracture el tejido social y
urbano de Barcelona, para afrontar el cambio de época desde la solidaridad y la
dignidad. Queremos articular una mayoría sociopolítica alternativa, de
confluencia, constituyente, para poner el gobierno de Barcelona en manos de la
ciudadanía, para construir la ciudad democrática, para ganar el derecho a la
ciudad. Y queremos hacerlo con rebeldía y creatividad; desde una amplia red de
compromisos y confianzas mutuas.
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