Benjamín Prado diu de Sastre “es la poeta que desde hace mucho tiempo estaba pidiendo a gritos la literatura…”. En el pròleg al seu recent llibre, Joan Margarit escriu “el libro es un diálogo sentimental más duro que desgarrado, con la lucidez y el sentido común que protege la poesía de la retórica… surge verso a verso la belleza a la vez que lo implacable de la historia, que nunca deja, en el momento oportuno, de dar paso a la ternura”. En efecte, la poesia d’Elvira Sastre és d’alt voltatge metafòric però sense concessions, res no és accessori; és poesia que no defuig ni l’amor ni el dolor, i que els articula de forma honesta. Una lògica poètica i vital que travessa també els versos de Sara Búho. Sobre el seu primer poemari escriu Elvira Sastre, “Sara habla de la guerra enseñando sus heridas, que no son más que la cicatriz de la victoria. Y nosotros nos convertimos, así, en los testigos de su triunfo”. És una proposta on dialoguen preguntes obertes amb algunes respostes descarnades; horitzons de llibertat amb fragments de realisme que no deixen indiferent. Una poesia on la bellesa es va construint al llarg del trajecte. Lena Carrilero escriu amb una força desbordant “Amor, túmbate conmigo a recordarnos./ Aquellos días dorados/ en los que el reloj nos regalaba tiempo/ a cambio de querernos sin contrato./… Aquellos días grises/ en los que el reloj empezó a reclamar su tiempo/ y ya no nos quedaba amor para pagarle./… Amor, túmbate conmigo a recordarnos/ antes de querer olvidarnos para siempre”. Una energia poètica a ras de terra, on es despleguen veritats dubtoses i records que cremen; memòries a flor de pell i oblits conjugats en futur.
a saber,
con los ojos abiertos, con un ramo
fresco en la mañana, con una frase a destiempo
que te convenza de que puedes sentarte al borde
de mis heridas sin miedo a hacerme daño,
es decir,
con la rodilla sobre el césped, la súplica en el dedo,
con la noche que se termina si no respondes a
mi urgencia, con esta valentía mía que promete
hacerte reina del castillo solo si te quedas,
solo si te pido que te quedes,
con esta soledad que se llena de tu nombre y me dibuja
cien pájaros en la espalda del color de tus ojos hierba,
de todas estas formas, amor mío,
de pedirte que te quedes conmigo
escojo el silencio
que es el único que sabe cómo pedirte
lo imposible.
que dejes de notar la gravedad.
No es tan difícil si dejas de pensarlo un segundo.
Quiero darte un besito en cada herida,
marino, salado, que escueza,
y de ese modo
no puedas nunca olvidarte de mí.
Quiero curarte el insomnio,
acunarte en mis ojeras,
hacerte cosquillas con las pestañas
y que algún día te hagas hueco en mis pliegues.
Quiero que seas tú toda nuestra vida,
apartarme el cabello blanco de los ojos
y seguir viéndote bailar con la misma
sonrisa de octubre y no otra;
con la misma mirada de otoño y jamás otra.
Quiero encontrar al joven en el viejo
y que nunca nos distorsione el amor.
Quiero seguir enamorada de ti,
y nunca dejar de reconocerte.
Quiero ser pasado, presente y futuro
y navegar en tu percepción del tiempo;
quiero hacerme vieja anudada a tus entrañas,
y poco antes de morir,
tatuarme que eres el amor de mi vida.
Entrar a la ducha juntos con la piel ya arrugada
y sentir que hemos vivido,
que estamos vivos,
y que te quiero como te quería
cuando te empecé a querer.
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