"Un poema que ponga en peligro la poesía"

El 1983 Luís García Montero, Álvaro Salvador i Javier Egea publiquen el manifest “Por otra sentimentalidad”. Marca un  punt d’inflexió respecte l’esgotament dels codis poètics precedents. I marca, sobretot, el punt de partida de la poesia de l’experiència. Es tracta d’una proposta que situa la vida quotidiana com a teixit del poema. Versos que relaten vivències personals i col.lectives per mitjà de la metàfora intel.ligible.  Poemes que forgen espais tangibles de diàleg entre consciència personal i compromís comunitari. Al llarg dels anys 80 i 90, Felipe Benítez Reyes, Carlos Marzal o Ángeles Mora, entre d’altres, van omplint de matisos i nous plecs la proposta de l’altra sentimentalitat. El tombant de mil.leni fixa nous registres. La poesia de, per exemple, Isabel Pérez Montalbán, Pablo García Casado o Vicente Gallego, sense trencar amb la gramàtica de l’experiència, incorpora noves mirades en la fascinant interacció poètica entre la subjectivitat i l’etica del nosaltres.

I a cavall entre ambdues generacions, emergeix amb molta força Benjamín Prado. Ha escrit més novel.la, assaig i relats que poesia, sí; però és per damunt de tot un poeta excepcional. Publica quatre reculls entre 1986 i 1995. I retorna anys després amb els poemaris: “Iceberg” (2002) i “Marea Humana” (2006). A “Iceberg hi ha un poema que conté quatre versos memorables mi amor/ mi camarada/ las dunas son los sueños de la arena/ como tu eres el mío/...  En ells s’expressa amb tota intensitat l’entramat poètic de Prado: l’amor com una forma de vincular felicitat personal i fraternitat col.lectiva; la combinació d’una narrativa directa, i de metàfores amb pinzellades de misteri.

S’ha fet esperar, però ha valgut la pena. A principis d’enguany, Benjamín Prado publica “Ya no es tarde”, on esclata serenament el millor de la seva poesia; un llibre cridat a esdevenir referent de la nova sentimentalitat de l’experiència. Hi ha al nou recull tres fils que s’entrellacen per forjar territoris poètics on viure, estimar i combatre les injustícies. Paraules com a mapes des d’on reinventar la vida; com a idioma des d’on reescriure l’amor; com a pancarta des d’on proclamar l’esperança. L’aposta es presenta nítida al poema d’obertura (“Un poema que ponga en peligro la poesía/ Un poema que sea capaz de repetir/ justícia y corazón/ libertad/ y alegria). I a partir d’aquí, tot. L’espiral de confiança vital (“Nunca es tarde para empezar de cero/ para quemar los barcos/ para beber de ese agua que no ibas a beber”), d’experiència d’amor (“Pero sabe/ que todos los poemas del mundo/ caben en mi maleta cuando la hacen sus manos”) i de pràctica de dignitat (“leerlos fue soñar con un idioma/ sin la palabra usura/ sin miseria, injusticia, desigualdad, prohibido/ sin palabras que fuesen el veneno en el agua/ y la sal en la herida”). 

Us deixo 3 poemes de B. Prado. El primer de "Iceberg". Els altres dos de "Ya no es tarde"

Una noche con Ángel González

Me enseñó que la suma de las huellas
no equivale a la nieve;
que en el ojo cerrado comienza lo invisible
como la sed se inicia en el vaso vacío.
Eso es lo que decía Ángel González:
busca la claridad
y comprende lo oscuro.

Me enseñó que un poema es un acuario
con peces de verdad y agua inventada;
que el hielo se deshace
lo mismo que se vuela una paloma;
que el hielo se deshace
lo mismo que se vuela una paloma;
que el muro en construcción ya contiene sus ruinas.

Eso es lo que me dijo:
todo acaba
y un hombre nunca sabe qué pasado le espera.

Yo cambié para oírle,
como cambian los ojos de quien mira las dunas.
Y a su lado,
cada uno
continuó viviendo con su corazón verde
o su corazón rojo,
igual que un árbol con una sola manzana.

Tablón de anuncios

Ya sé que éste es un libro que habla de ti y de mi;
que aquí no hay sitio
para la usura,
el hambre,
los deshaucios,
el miedo,
que ser feliz no es cerrar los ojos
ni las sábanas son lo opuesto a las banderas.

Pero mira esa gente sin trabajo,
el dolor,
la injusticia,
las guerras,
el expolio,
la opresión,
el cinismo,
los pactos de silencio...
Mira cómo funciona
el negocio de la desigualdad:
para que sigan llenas algunas cajas fuertes,
tiene que haber millones de neveras vacías.

Ya sé que este es un libro de amor,
pero sus páginas
están abiertas para los que sufren,
para los ilegales,
para los desterrados,
para esos cuyo único problema
es que no tienen nada que sumar.

Les ofrezco mi voz para que nunca olviden
que ningún muro se alza ni se derriba sólo,
que juntar los pedazos de las promesas rotas
no les va a rescatar de la mentira.

Aquí tienen mis manos.

Si la verdad quisiera ser contada
pongo este poema a su disposición.

Los camaradas

Uno no tiene nada més que contar
y eso
es todo lo que el otro necesita saber.

Han aprendido
que no hay nada más dulce que la sal de las lágrimas
de aquel que llora sobre tus heridas.

Saben que mentir hace que la verdad nos duela;
que el modo más humano de buscar el calor
es abrazarse a otro que también tiene frío.

Saben que las mejores compañías
son las que han entendido cuándo dejarnos solos;
que el amor no se pierde porque desaparezca
sino porque se deja de buscar.

Si alguna vez discuten, no olvidan que el silencio
siempre es mejor que aquello que no quieres decir;
que quien cierra la mano ahoga su destino
y el que abre una puerta
detiene al que la quiere cerrar.

Saben prestarse ayuda,
darse sombra uno al otro cuando la vida quema.
Se respaldan,
se cuidan,
se defienden…
y lo mismo que toda sed es una metáfora
del desierto,
sus vidas son iguales
al azar y los dados,
el odio y las fronteras
o el tiempo y el olvido:
son lo que no se puede separar.

Saben que lo que une a dos personas
nunca es lo que comparten,
sino eso
por lo que luchan juntos todavía.


Son ellos. Son así: los camaradas